lunes, 10 de julio de 2017

EL PÉNDULO

En la sala de espera del doctor, Oscar está impaciente, no sabe lo que tiene, se siente incomodo, no se reconoce, ni es él. Le llaman y pasa a la consulta. El psiquiatra intenta tranquilizarle.





-Recuerde la idea intuitiva de lo que es un péndulo. Un elemento suspendido de un tirante inextensible del que se suspende un peso. Si está en reposo, no abandona su posición de equilibrio, pero si le ayudamos a desplazarse comienza a oscilar entorno al punto de sujeción, indefinidamente, sin nada que se lo impida a no ser la propia fricción con el punto de apoyo y el aire. Si despreciamos estos efectos, el movimiento ante el primer impulso se hace permanente, llegando incluso a balancearse creciendo la duración de las oscilaciones - así le explicaba el Dr. Neira a su paciente, con un carraspeo previo, sus repetidos y divergentes estados de ánimo, para que entendiera porque estaba enfermo, los síntomas y el alcance de la enfermedad.

El doctor continuó la explicación.

-La descripción de este objeto no parece indicar nada más que eso, pero si pensamos en la similitud que puede tener con el estado de ánimo de algunas personas -la suya, en este caso- quizás nos aporte algo más. Supongamos que se siente muy bien cuando el peso se encuentra muy alejado de la posición de equilibrio. 





Péndulo simple


El péndulo tiene una energía tan considerable que puede oscilar sin detenerse. Si admitimos que se debe a la intensidad del impulso inicial, usted no abandonará ese estado si no hay algo que lo impida, es más en unos primeros instantes la distancia al estado de reposo se hará cada vez mayor, usted se encuentra muy bien es capaz de tener proyectos, explicarlos sin descanso, ser más locuaz de lo habitual y se siente totalmente desinhibido. Pues aunque no lo crea está atravesando la fase más placentera de la enfermedad para usted, y con seguridad la más indeseable para las personas más próximas. Pero la enfermedad tiene otra cara, la de la inapetencia, las ganas de no hacer nada, la tristeza y el silencio. Fase insoportable para usted, puede desear no vivir. Imagine qué sienten sus más allegados si son conscientes de la situación.






-Doctor he conocido a una mujer, se llama Ana, que me atrae y siento la felicidad junto a ella. Pero tengo miedo de encontrarme en una fase, ...eso ¿cómo la ha llamado usted?

-Maníaca. Usted conoce los síntomas y por eso está hoy conmigo -responde el Dr. Neira.     

-Cuando estamos juntos deseo transmitirle mis sentimientos, mi alegría, mi amor. Ella lo recibe con complacencia y no parece asustarle- le explica Oscar.

-  Todo lo que le he comentado es cierto pero no conviene obsesionarse, solo estar vigilante. Seguir unas pautas de vida ordenada, sin excesos. 
Los síntomas los conoce a la mas leve sospecha me pide consulta y veremos si es necesario suministrarle medicación. Porque no hay que olvidar que es una enfermedad y ante ella la medicina reacciona con los medios a su alcance.

-No llego a entender que tenga que medicarme como consecuencia de mi carácter. 

-No es su carácter lo que hay que modificar sino aliviar o sanar un trastorno del estado de ánimo. Ahí reside la enfermedad.  

-No llego a entender como puedo sentir deseos de vivir una vida plena junto a Ana, consciente de que la hago feliz, y en el extremo opuesto, no estar bien con ninguno y sentirme incapaz de dar afecto a alguien, ni siquiera a mi mismo.

-No es un problema de doble personalidad, sino una perturbación de sus estados de ánimo. Usted puede amar, sentir y hacerlo patente a Ana; y también debe ser franco y explicarle la enfermedad que padece. Hay que aprender a vivir con el trastorno sin abandonar la vida.

Ana le esperaba. Corrió en su busca  con la seguridad de poderla hacer feliz.


Javier Aragüés (julio 2017)

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