sábado, 6 de junio de 2015

LOS HERMANOS

No era necesario describir la casa, ni el halo de neblina que la rodeaba, ni tampoco a  los habitantes, para alejarse. A Martín le vencía la curiosidad sobre lo irracional y se aproximó a la residencia aunque nadie lo hubiera hecho. Leonor, hierática, esperaba una explicación del porqué de la visita. Martin, psicólogo y admirador, no adelantó el diálogo.

-Martín, aunque no me des una explicación, me alegra tu presencia.

- Deseo verte Leonor, tu vida tiene algo de especial para mí.

- ¡Ya será menos!¿Que quieres Martín?

-Saber algo más de ti. ¿Vives sola?

-Con mis hermanos. Nuestro padre murió el año pasado y  sigo esclavizada.

Leonor estaba al cargo de la casa  y de sus hermanos. Había cuidado del padre hasta sus últimos días. Con Antonino no podía contar, su capacidad intelectual era nula, un parto complicado le había producido lesiones cerebrales irreversibles. Manolo era bipolar. Un día se sumergía en una profunda depresión -podía durar meses-y pasar, sin sensación  de continuidad, a un estado en  el que se sentía dueño del mundo. Terminó suicidándose.
Lauren era un caso aparte. Vivía  en una casa dentro de la casa, arrinconada en el desván, y solo se relacionaba con Leonor. El único trato entre las dos, mejor entre los tres, se establecía a través Leonor. Subía el plato de la comida que pasaba por una gatera y retiraba las heces en una bacinilla. El hábito se repetía dos veces al día y muchas veces la comida estaba sin tocar. Era un trabajo sin compensación, lo hacía sola. 
Martín se interesó por la comunicación entre las hermanas.

-¿Lauren te mira a los ojos cuando estás con ella?

-No lo sé. La veo en un espejo y la imagen se difumina. Lauren no habla, está ausente y se refugia en la golfa. Hace del nicho un palacio imaginario y no deja entrar. Pasan los días y no aparece.

-¿Puedo intentarlo yo?

-Hoy no es el día adecuado. Se puede alterar, y de la inhibición pasar a un episodio de gritos y lamentos hasta provocarse el desmayo. Cuando ocurre y estoy con ella, no la reconozco.

Leonor, sin estar convencida, le invitó a cenar en ausencia de los hermanos para poder hablar de Lauren de manera reservada y con tranquilidad. Sentados uno junto al otro, Leonor venció las dudas sobre la conveniencia de la invitación y se sintió muy próxima a Martín. Desde el silencio, con un manojo de palabras, buscó su indulgencia.

-Martín, en esta casa y con las cargas que soporto, necesito liberarme. Me conformo con poco, basta una conversación como la que mantenemos para volver a tener fuerzas.

-Y sentimentalmente ¿cómo te encuentras? 









-En esta mansión de la  la hondonada, no nos visita nadie, excepto el  médico, (don Conrado), que pasa de tanto en tanto y comprueba que nadie ha muerto. No puedo hablar, excepto con mis hermanos y sus circunstancias. Te confieso, por la confianza que nos tenemos, que sueño que nos visitas a menudo y cuando ellos duermen iniciamos un coqueteo amoroso y, pasamos, con una pasión sin límite, a hacer el amor hasta desfallecer. Un grito aterrador de Lauren me despierta y medio desnuda salgo de la habitación. Corro escaleras arriba sin calcular los peldaños y llego al altillo. Abro la puerta de la buhardilla y calmo a Leonor. Tú, confundido, me esperas en el cuarto.

En la sobremesa intentó convencerla, como psicólogo, de la gravedad de los hechos y considerar la opinión  de los doctores del hospital psiquiátrico más próximo.

-No quiero hacerlo. Me siento responsable de la situación de Lauren y no me podría perdonar tenerla lejos.

-No está justificado. Tienes que elegir entre tu libertad, tu proyección personal y tu vida. También depende de ti el destino de tus otros hermanos.  Lauren estará bien atendida  en un hospital psiquiátrico, aunque sea necesario privarla temporalmente de libertad.

-Mira Martín, lo he pensado en muchas ocasiones y no me atrevo a tomar la decisión.

-No entiendo por qué. 

-¿Y si Lauren y yo somos la misma?


Javier Aragüés (Junio 2015)

5 comentarios:

Janial dijo...

A partir del inicio de conversación
"¿Lauren te mira a los ojos cuando estás con ella?
-No lo sé. La veo en un espejo y la imagen se difumina".
Nos vamos dando cuenta poco a poco de que Lauren y Leonor pueden ser la misma persona. A mi parecer, pues, la última frase de Leonor es innecesaria y le quita algo de misterio. Por otra parte, casi al final, conviertes una narración en tercera persona, en un relaro narrado por Martín: "En la sobremesa intento convencerla", a no ser que la palabra 'intento' lleve una tilde en la 'o'. Por último, dada la escasa importancia de los hermanos varones, yo me centraría exclusivamente en el triángulo Leonor-Lauren-Martín. A todas estas alegaciones, tu responderás: ¡¡Eh!!, ¡¡Jaume!! ¡¡Para el carro, que el cuento lo he escrito yo!!

javieraragues dijo...

Jaime, antes de contestarte,” en papel de oficio”, quiero que me aclares algunas cosas.

-Como autor-narrador, busco la complicidad del lector, sin que llegue a ser una exhibición la coincidencia de Lauren y Leonor. Pienso que ese “poco a poco” (Nos vamos dando cuenta poco a poco de que Lauren y Leonor pueden ser la misma persona) es el efecto deseado y se introduce avanzado el relato. No vale “hacer trampa” y releer, conociendo el final (la identidad Leonor-Lauren).
-¿A qué última frase de Leonor te refieres?
-No hay cambio de narrador y la tilde de intentó En la caída de la tilde tienes razón y no hay cambio de narrador, por lo que, con el reconocimiento pasaría ser:
En la sobremesa intentó convencerla, como psicólogo, de la gravedad de los hechos y la opinión de los doctores del hospital psiquiátrico más próximo.
-Respecto a la aparición de los varones se menciona al comienzocon la finalidad de remarcar las penurias y soledad de Leonor. Desaparecen del texto y de mis pensamientos. Ya solo existe el triángulo.
Jaime," cuento" contigo

Janial dijo...

A eso mismo me refiero, Javier. Como al final del relato, gracias a tu precisa narración dialogada entre Martín (de quien sospechamos que también forma parte de la mente de Leonor-Lauren) ya sabemos practicamente que Leonor y Lauren son la misma persona, a mi me pareció innecesario escribir: "-¿Y si Lauren y yo somos la misma persona?" De hecho, al hacerlo explícito, no dejas un margen al misterio. Quizá, un "ella volvió su mirada nuevamente hacia el espejo. La imagen de su hermana se difuminaba más y más". Con el deseo de que no me mandes a la mierda por meterme donde no me llaman, je, je, un abrazote.

javieraragues dijo...

Un posible final, antes de llegar al psiquiatrico.

-Leonor, no entiendo por qué.
-Quizás, demasiado tiempo juntas.

¡Ah! No interpretes mis deseos.

Janial dijo...

Sí, mejor, desde luego. Te queda niquelado.